Atardecer en Marruecos
¿A quién no se le han hinchado los pies después de un viaje largo en avión, en coche o en autobús? Sobre todo, lo notamos cuando nos descalzamos e intentamos calzarnos al llegar al punto de destino; parece que no nos va a entrar el pie en el zapato. Además, notamos las piernas como hinchadas y con poca movilidad.
Pues bien, voy a preveniros de un problema de salud que os puede suceder en estas circunstancias, y que se puede evitar en gran medida.
Cuando viajamos en avión, coche, tren o autobús tenemos el riesgo de tener durante el viaje o los días posteriores al mismo lo que se llama técnicamente ‘tromboembolismo venoso’. Esta patología es popularmente conocida como el ‘síndrome de la clase turista’ y se asocia normalmente a los aviones, cuando, de hecho, se da también de igual manera en viajes largos en muchos otros medios de transporte. Esta enfermedad engloba la trombosis venosa profunda y el embolismo pulmonar, éste último mucho más grave y, afortunadamente, mucho menos frecuente.
El tromboembolismo venoso es un trombo o coágulo de sangre que se produce en las venas profundas (las que no están en un nivel superficial junto a la piel), habitualmente de las piernas, y, sobre todo, en las pantorrillas. Los síntomas son dolor, hinchazón, endurecimiento y enrojecimiento de la zona afectada. Es muy común ver cómo las personas que lo padecen presentan las pantorrillas anormalmente duras al tacto y muy rojas.
Por otro lado, el embolismo pulmonar se produce cuando un coágulo o trombo de sangre en la pierna se suelta y circula desde allí hasta el corazón, y a través del corazón, a los pulmones. Los síntomas son dolor torácico y dificultad para respirar, aunque a veces puede ser asintomático. El embolismo pulmonar es una enfermedad grave que podría conducir a la muerte.
La verdad que después de esto seguro que no os quedan muchas ganas de viajar (por lo menos en viajes largos), pero como lo malo siempre se olvida, y estoy seguro que viajaréis, al menos es bueno saber dónde está el riesgo, y qué se puede hacer para evitarlo.
¿Es frecuente? ¿Por qué aparece?
El riesgo de padecer tromboembolismo venoso se dobla después de un viaje de 4 horas o más -ya sea en avión, coche o autobús, o cualquier medio de locomoción en el que se permanezca sentado, inmóvil, durante horas-, y aunque es bajo, se da en 1 de cada 6.000 personas. Si pensamos en los millones de desplazamientos que hay en cada operación salida o regreso, o en los millones de pasajeros que pasan durante las vacaciones por cada aeropuerto internacional, ya vemos que la cosa empieza a ser relevante.
El tromboembolismo venoso ocurre por la ausencia de movimientos de las piernas y estancamiento de la sangre mientras estamos sentados. Esto favorece la aparición de trombos en las venas de las piernas.
Un estudio ha encontrado que en los viajes en avión no es necesario estar 4 horas seguidas o más para aumentar el riesgo, si no que éste aumenta cuando se realizan varios vuelos seguidos aunque sean cortos. Esto se debe a que el riesgo no desaparece cuando llegas al destino sino que se mantiene elevado durante días. Y lo mismo se puede decir de otros medios de transporte.
También se ha observado que existen unos factores que aumentan el riesgo y que se dan en un porcentaje importante en las personas que han padecido trombos después de un viaje: obesidad, talla superior a 1,90 metros e inferior a 1,60 m, toma de anticonceptivos y enfermedades de la sangre que aumentan la tendencia a la coagulación.
Como veis, es un problema a tener en cuenta. Sin embargo, existen medidas para evitarlo o, más bien, para bajar el riesgo al mínimo. Os pongo los consejos en otro post -que éste va ya muy largo-, en unos pocos días… ¡Antes de las vacaciones!